Todos hemos tenido la oportunidad de viajar, ya sea a un viaje largo y lejano o a una escapada de fin de semana, por trabajo, por placer, por escapar, por compromisos o por nuevas oportunidades.
La mayoría de los viajes sirven bien para alejarnos de nuestro entorno o para satisfacer un tipo de búsqueda. Sin embargo, hay algunos de estos viajes que tienen un impacto profundo en nuestras vidas ¿Recuerdas algún viaje de éste tipo? ¿Qué sucedió, qué se transformó en ti? Seguramente te encontraste con alguien o viviste una celebración que te hizo vibrar, probablemente fue una experiencia en la naturaleza o con alguna cultura distinta a la tuya.
Seguramente ese viaje te hizo sentir emociones profundas que te llevaron a disfrutar la vida como pocas veces lo has hecho o a superar alguna etapa difícil y confusa. Tal vez la comida te hizo entender la cultura a través de los sentidos, sentiste el asombro de un fenómeno natural o un museo te conmovió con arte e historia.
Estos tipo de viajes tienen algo en común, son significativos porque generan encuentros profundos. Estos encuentros son los que nos mueven desde adentro, nos hacen entender, olvidar, compartir, superar, transicionar, crecer.
De acuerdo a las teorías de la regeneración, los encuentros profundos vividos en los viajes tienen tres formas principales: Encuentros con el otro, encuentros con la naturaleza o encuentros con uno mismo.
Encuentro con la naturaleza: Este tipo de encuentro se han vuelto cada vez más necesarios. Las ciudades y nuestros hábitos de consumo nos han alejado de los entornos sanos, limpios y conservados. Como lo escribí en otra entrada “No se puede ir a la naturaleza”. la idea de que la naturaleza está en otro sitio y no en nosotros, nos ha alejado de la misma. https://www.gerardoibarra.com/post/no-se-puede-ir-a-la-naturaleza
Es muy difícil recordar y reconectar con nuestra propia naturaleza en ambientes con ruido, contaminación y espacios artificiales. En lo personal, la idea de estar encerrado en una oficina oscura con luz eléctrica me deprime (he estado ahí).
Desde los baños de bosque populares en Japón hasta los fines de semana en una cabaña en la sierra, estas experiencias nos ayudan a recuperar el bienestar físico, mental y emocional. Los encuentros profundos con la naturaleza, nos curan, nos recuerdan y nos reconectan a lo más valioso de la vida.
Encuentro con el otro: En un mundo en donde todo el tiempo observamos, oímos y consumimos contenido generado por otras personas, el encuentro profundo con otra persona es sumamente infrecuente.
Estoy convencido de que si todas las personas tuvieran los medios para viajar de una forma profunda, existirían menos manifestaciones de intolerancia, racismo, miedo, xenofobia y las otras variantes del miedo a los otros.
Los viajes pueden llevarnos a conectarnos profundamente con nuestros compañeros de viaje, pero además nos permiten conocer y entender los hábitos, valores y cultura de otras personas. Viajar para encerrarse en un all inclusive o para ir de fiesta en fiesta a los antros de siempre con la misma música nos alejará de los encuentros profundos y significativos.
Viajar con una mentalidad abierta y generosa, escuchar, observar, compartir y dejarse llevar por la cultura local nos permite encontrarnos con el otro y de paso, reconocernos en las coincidencias y diferencias.
“Es cierto que el Otro a mí me parece diferente, pero igual de diferente me ve él, y para él yo soy el Otro.” Ryszard Kapuscinski
Encuentro con uno mismo: Es el más profundo y revelador de todos y a mi parecer sólo se llega a él a través de los otros dos tipos de encuentros.
No podemos entendernos a nosotros si no es en relación a los demás y a nuestro entorno. Es sólo a través de otras personas o en su ausencia como podemos reconocer nuestros vicios, valores, miedos y logros.
Personalmente este tipo de encuentros me ocurren de forma más frecuenta cuando estoy a solas y especialmente cuando estoy concentrado en alguna actividad: Subiendo alguna montaña, realizando una caminata larga, leyendo, escribiendo. La naturaleza y las otras personas son la inspiración y el alimento que me permite llegar a estos encuentros.
Los encuentros con uno mismo suelen tener ciertas formas como descubrimientos, reconocimientos, catarsis emocionales, sensaciones de paz y aceptación o como coloquialmente lo decimos “nos caen los 20´s”.
Este tipo de encuentros nos ayudan a superar trances difíciles, a reconocer nuestro camino, nuestra historia y la forma en cómo lidiamos con el mundo. Aunque ésto no sustituye a la terapia como algunos sugieren (No, Julio, salir en moto no es terapia) si pueden constituir espacios de meditación activa y autodescubrimiento muy poderosos.
Los viajes prometen encuentros transformadores, está en nuestro ADN aventurarnos a un nuevo horizonte, observar a otras tribus e intentar entender la naturaleza y sus fenómenos.
Aunque la vida se va haciendo cada vez más compleja, éste tipo de encuentros son una guía y un recordatorio de quiénes somos y hacia dónde vamos.
Me encantaría saber si has vivido uno de éstos encuentros profundos, de qué tipo de encuentro fué y en dónde !
¿Has tenido estos tipos de encuentro?
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