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Me enamoré del mezcal en un día de muertos.

En noviembre de 2015, Rodrigo, mi socio, unas amigas y yo, hicimos un viaje por el estado de Michoacán. La noche del día de muertos visitamos Tzintzuntzan, un pequeño pueblo a las orillas del lago de Pátzcuaro. Planeamos quedarnos a dormir dentro del panteón, sólo traíamos lo puesto y una bolsa de dormir en la mochila.




El pueblo se llenó de personas, las bandas de música sonaban en las calles y en los panteones las velas iluminaban todo de dorado, las familias ya hacían guardia frente a las tumbas de sus difuntos. Las flores de cempasúchil inundaban el aire con su olor, los rostros de las personas brillaban con una luz cálida y en sus ojos se reflejaban los destellos las miles de luces de las velas, dándole a todos, los vivos, a un aura especial que sólo se puede encontrar esa noche.


Conforme la noche avanzaba la temperatura iba cayendo. Cerca de la medianoche mientras subíamos por las calles del pueblo, Rodrigo se detuvo para buscar algo en su mochila de dónde sacó tres pequeñas botellas sin etiqueta y unos vasitos de cerámica en los que sirvió un trago de mezcal.


El alcohol pegó fuerte en mi paladar y bajó por la garganta calentando el cuerpo y el alma. Pude sentir los aromas ahumados, la complejidad de la planta y los sabores de la tierra, la magia del mezcal ya había actuado en mi.


El interés por el mezcal está creciendo en todo el mundo. Hasta hace pocos años no era una bebida tan popular y en México no era tan consumida como lo es ahora.

El mezcal se obtiene de la cocción y destilación de una de las plantas más generosas e importantes para México: el Agave. El 75% de todas las especies de agave en el mundo se encuentran en nuestro país.


Es posible producir mezcal de aproximadamente 25 de las más de 150 especies de agaves endémicos mexicanos, además de que es posible producir otros destilados de agave que se producen en el país como Tequila, el Bacanora, la Raicilla y otros, que tienen una Denominación de Origen distinta.


Desafortunadamente, la creciente popularidad del mezcal no sólo trae beneficios y crecimiento, también provoca graves una gran presión sobre los sistemas productivos, generando problemas ambientales y poniendo en riesgo a la cultura y los medios de vida tradicionales.


El problema (como con casi todo) es que la producción y consumo del mezcal no siempre está completamente regulado. A medida que el consumo de los destilados aumenta, también la necesidad de producir más, olvidando las técnicas tradicionales de producción que no son tan productivas y rentables como el mercado lo demanda.

Dado que algunos agaves silvestres tardan 10, 12, 15 años o más para estar maduros, no resultan tan productivos para la industr


ia, por lo que son sustituidos por agaves más productivos y rápidos en madura, como el espadín o el tequilana weber, del que se extrae el tequila.


Los bellos campos de agave azul en Jalisco o de espadín en Oaxaca no son otra cosa que monocultivos que durante décadas han disminuido la calidad de la tierra.. Esto sin considerar que un gran número de plantas son copias genéticas (hijuelos) de las mismas plantas, creando variedades poco resistentes a fenómenos climáticos y plagas, por lo que se necesita usar agroquímicos, contaminando y disminuyendo la calidad del suelo, provocando un ciclo de degeneración continua.


Como consumidores, podemos promover un consumo y producción más responsable

informándonos sobre el mezcal que consumimos y las prácticas y condiciones con las cuáles fue producido, optando por marcas más responsables y sostenibles.



Años después de aquel viaje, la vida me llevó a experimentar y trabajar en distintos proyectos de desarrollo social y conservación ambiental, desde Chiapas hasta Bolivia y el sur de África, fui aprendiendo sobre el impacto socio ambiental que generamos en cada acción, cada viaje y cada decisión de consumo.


Durante estos últimos años, Rodrigo y yo hemos conocido a productores de agave y mezcal en distintos estados y hemos logrado generar proyectos de turismo sostenible, producción artesanal y conservación de agaves.


Hace cuatro años, decidimos lanzar nuestra marca de mezcales artesanales y ancestrales. Colección de Mezcales es una empresa socio ambiental mexicana dedicada a la producción y comercialización sostenible de mezcal artesanal. Nuestros objetivos son: la regeneración del suelo, la conservación de maguey silvestre, la reforestación de maguey y la reproducción y comercialización de mezcal.

En cada botella, honramos el trabajo de las personas y de la tierra para conservar el medio ambiente, las fuentes de empleo y los saberes tradicionales. Comercializamos en todo el país y organizamos catas y experiencias para promover la cultura sostenible del mezcal.




Ojalá se den el tiempo de conocer la Colección de Mezcales y las historias que hay detrás. Si quieren consumir mezcales de la mejor calidad con procesos cuidados y responsables, pregúntenle y sigan a Colección de Mezcales. ¡Se los enviamos a todo México !


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