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Writer's pictureGerardo Ibarra

Territorio sano, personas sanas

Estamos hechos millones de células, conexiones, patrones, carreteras, ríos, sensores, micro-organismos, tuberías, depósitos, pequeñas fábricas y centrales de energía. Nuestro cuerpo es una gran orquesta, una enorme ciudad en constante movimiento, funcionando en interminables procesos de transformación, muerte y renacimiento.


Tu cuerpo, los ojos con los que lees estas letras, las conexiones sinápticas que te ayudan a entender estas palabras y los dedos con los que sostienes el teléfono no son otra cosa que partes de un intrincado sistema que forma a su vez, parte de otros sistemas mucho más grandes y amplificados: Tu familia, tu barrio, tu ciudad, tu país, este planeta, el sistema solar, la galaxia.


Un abejorro sobre una flor polinizando

Nos encanta dividir para entender. Para comprender el mundo, separamos continentes, latitudes, estratos, países, hemisferios, elementos químicos, propiedades físicas. Diseccionar los elementos para encontrar patrones y conexiones.


El “pensamiento sistémico” nos ayuda a entender los elementos y sus relaciones de forma integrada, es un marco de pensamiento que nos ofrece la posibilidad de entender patrones, flujos, relaciones y causalidades. Entender el mundo como un sistema, nos permite tomar mejores decisiones y entender las causas y repercusiones de las mismas.


Un buho se asoma de su guarida en un centro ecoturístico en Huatulco, Oaxaca

Si bien una pequeña acción no va a crear enormes cambios visibles y tangibles en forma inmediata a nivel global, cada acción tiene repercusiones y efectos y es donde la consciencia, la acción colectiva cobra una enorme importancia.


El efecto mariposa, este fenómeno físico/filosófico vinculado a la teoría del caos en la que se plantea que una pequeñísima acción (el aleteo de una mariposa) puede alterar las condiciones climáticas e históricas, nos deja ver de forma casi poética, lo intrincado y complejo que pueden ser las relaciones sistémicas de nuestro planeta.


Agaves papalote para la producción de mezcal artesanal

Desde la perspectiva de la sostenibilidad y los cambios necesarios para la salud del planeta, implica entender que nuestras acciones tienen un efecto, sin embargo, es la acción directa, colectiva y organizada la que tiene un verdadero peso.


Las campañas masivas, los medios y discursos tradicionales nos han hecho creer que los mayores problemas ambientales son problema del individuo, del consumidor. Durante muchos años, nos sentimos tan culpables como en el catecismo al escuchar que dejar abierta la llave del grifo unos segundos o lavar el coche con manguera eran la causa de todos los problemas ambientales del planeta, “Arderemos en el infierno climático y juzgaremos como malas personas a quien no separe la basura en su cocina”.


La última responsabilidad entonces vino a recaer sobre el consumidor que por su inconsciencia, estaba degradando el planeta. La culpa se colocó en el individuo irresponsable en lugar de poner en foco en las grandes empresas quienes son las que en primer lugar, producen lo que se convertirá en contaminación y residuos excesivos.


No me refiero a que las acciones individuales no tengan importancia, pues en la suma colectiva de las acciones personales son fundamentales para generar transformaciones profundas.


Las copas de los árboles en Finca Argovia en Chiapas

Lo realmente importante de ésta consciencia individual y acciones personales es que generan una serie de hábitos y marcos de pensamiento que pueden influenciar en las acciones de quienes nos rodean y así iniciar una reacción en cadena capaz de transformar las cosas de forma real.


Lo importante no es sólo tener hábitos orientados a la sostenibilidad y la regeneración, para un verdadero cambio es imprescindible informarnos de forma responsable, ser críticos, levantar la voz, abrir los debates y la conversación en nuestros círculos cercanos, en la cena de navidad, en nuestro barrio, en nuestra primera cita (o mejor en la segunda o tercera) compartir información y crear una conciencia colectiva que permita el cambio.


El cambio profundo sucederá cuando una masa crítica de individuos logre afianzar los hábitos y los criterios correctos para obligar a las grandes estructuras a transformar de raíz sus prácticas y sus prioridades. Es ésto o bien, sufrir las terribles consecuencias de los problemas ambientales en carne propia para entender a la mala, como niños socarrones.


Suena utópico e inalcanzable, suena a teoría de new age, pero no hablo de pensar positivo y vibrar alto, hablo de acciones puntuales. Buscar información real y crítica, denunciar lo que creemos injusto, cambiar y mejorar nuestros hábitos de consumo, ser responsables y formar nuestro propio criterio. El mundo lo vamos a arreglar con ideas que darán paso a las acciones. Las revoluciones se han hecho con un café en la mano y un gran sueño en la otra.


Gerardo Ibarra, especialista en turismo sostenible camina El Charco del Ingenio en San Miguel de Allende

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