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Un punto azul pálido: El día de la tierra

De niño, creía que el dinero venía de los cajeros automáticos y que bastaba con apretar los botones correctos para que los billetes salieran ilimitadamente.. Ésta idea loca e irracional (por no decir estúpida), venía de la ingenuidad de un niño que no entendía que el dinero tenía qué ganarse, que no era ilimitado y que había qué saber administrarlo inteligentemente


Dándole vueltas a la idea, creo que la ingenuidad y la estupidez son un rasgo natural en el ser humano. Aprendí sobre el valor y la administración del dinero, sin embargo la idea de que los recursos planetarios son inagotables y que basta con apretar los botones indicados para obtenerlos de forma ilimitada parece ser inherente a la especie humana y sus hábitos de consumo. Tratamos el planeta y sus recursos como si fueran ilimitados.


Un punto azul pálido: El día de la tierra

La teoría Gaia, planteada por John Lovelock en los años 70, plantea la idea de que el planeta es una entidad viva, con sistemas, procesos y mecanismos similares a los de cualquier otro ser vivo. Ésta idea revolucionaria viene de la mano con la visión sistémica al reconocer que cada ecosistema y los seres que los habitan forman parte de un sistema vivo planetario, un sistema global que de alguna forma siente, piensa, se reproduce y muere.


Esta novedosa teoría fue planteada desde hace siglos por distintas culturas y comunidades alrededor del mundo. 


Apenas hace un par de días leí sobre cómo los estoicos, específicamente Marco Aurelio (a quien cito tanto) plantea una idea del universo en constante transformación y su visión del planeta como un sistema vivo del que somos una parte finita, temporal y prescindible.


El planeta está vivo y nosotros somos parte de ese sistema complejo, es urgente que cambiemos y cuestionemos nuestros hábitos de producción y consumo, nuestro hogar se hará inhabitable.


Mañana es el día internacional de la tierra. Este día está dedicado a recordar y visibilizar el planeta como nuestro hogar y nuestra madre, Es un día para reconocer y recordar que los problemas ambientales que enfrentamos, en gran medida son producto de nuestra visión antropocéntrica y que debemos de hacer esfuerzos para corregir el rumbo si queremos conservar y sostener el planeta y sus recursos para futuras generaciones.


Un punto azul pálido: El día de la tierra

No podemos sostener nuestros hábitos actuales. Nuestra forma de vida actual no puede ser sostenible por más tiempo.. De alguna manera, la sostenibilidad podría implicar algo de negligencia al caer en la irresponsabilidad de no reconocer que nuestro ritmo de producción y consumo global NO es sano ni viable y que ya no basta con sostener las condiciones actuales, es necesario restaurar y regenerar.


Existe un marco conceptual que nos permite visualizar la forma en que usamos los recursos planetarios en la actualidad y pone en evidencia la inviabilidad de la misma. 


Esta herramienta se conoce como los límites planetarios y nos permite identificar 9 procesos planetarios necesarios para la vida sana en el planeta y cómo año con año, rebasamos los límites en los cuáles el planeta puede soportar y mantener éstas condiciones. Como vemos, hemos rebasado demasiados límites, el planeta y sus sistemas por sí sólo YA NO se pueden autorregular y restaurar. Hay de dos, o nos condenamos a un futuro inviable para la vida o hacemos nuestro mejor esfuerzo para corregir lo que ya arruinamos.



Un punto azul pálido: El día de la tierra

Esta forma de entender nuestro consumo es motivo suficiente para plantearnos la restauración y la regeneración como alternativas más viables y necesarias.


Somos tan pequeños, tan breves, tan irrelevantes a escalas cósmicas, que nuestra vida, nuestro tiempo y nuestro hogar es lo único que tenemos.  Paradójicamente, vivimos en un estado de nihilismo tal, que jugamos a que somos eternos, omnipotentes y prioritarios en la historia planetaria.


El gran maestro Carl Sagan lo resume en su conmovedora idea de “Un punto azul pálido”, la fotografía aquí abajo fue tomada por la sonda espacial Voyager 1 a más de 6,000 millones de Kilómetros de nuestro planeta. Ese pequeño punto brillante que se ve en la parte superior de la franja de luz, esos somos nosotros, es el lugar donde ha ocurrido toda nuestra historia conocida. 



Nuestro planeta es una solitaria mancha en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Asentarnos, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Quizás no hay mejor demostración de la soberbia humana que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos más amablemente los unos a los otros y de preservar y apreciar el pálido punto azul, el único hogar que hemos conocido.  CARL SAGAN Un punto azul pálido: El día de la tierra


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