En febrero tuvimos ATMEX, el evento de turismo de aventura y naturaleza más grande de América Latina que éste año se celebró en el estado de Michoacán. Ahí tuve la oportunidad de compartir algunas ideas sobre el potencial del turismo como una fuerza de regeneración gestionada bajo los principios de la economía social y solidaria.
Para lograr un turismo más sostenible, la condición sine qua non implica poner el territorio al centro. Desde hace un par de años he compartido una visión y una propuesta filosófica que puede servir de guía para quienes ejercemos el turismo como profesión.
Esta visión es una analogía al cuidado de una fogata en una noche fría de campamento,donde pones el fuego (que representa el territorio) en el centro del cuidado y la atención:
“En una fogata, siempre sucede que sin un acuerdo específico de quién cuidará el fuego, todos permanecen atentos, observando y cuidando, quien está más cerca de la rama que tiene qué ser movida lo hace y siempre hay algún voluntario que se pone de pie para traer más leña y atizar el fuego. El fuego que nos alumbra y nos calienta a todos, es el territorio.” https://www.gerardoibarra.com/post/el-fuego-al-centro
Ésta visión parte de la ideas de Arne NAess y la ecología profunda en la cuál, plantea la idea de que nosotros, seres humanos somos parte inherente de la naturaleza. La naturaleza no está allá afuera, el territorio es parte de quienes somos y está fuertemente ligado con la salud, el bienestar y el desarrollo de la comunidad humana en todas sus escalas. - Ver: https://www.gerardoibarra.com/post/no-se-puede-ir-a-la-naturaleza
De hecho, en la visión y el esquema de la sostenibilidad fuerte, los ejes de la sostenibilidad: Medio Ambiente, Economía y Sociedad se presentan círculos anidados, éste formato representa de forma más clara la realidad en la que vivimos.
Doorman, 2010
Empezando por el elemento más reducido, el económico, podemos entender que la las representaciones de valor y las reglas comerciales son elementos culturales y sociales, la economía sólo existe para la especie humana.
En segundo término, el eje social está conformado por los humanos, sus comunidades y sus necesidades, cada grupo social y cada persona puede tener intereses y capacidades distintas, sin embargo, el elemento común es que TODOS dependemos de los territorio donde habitamos y de sus servicios ecosistémicos.
Es por esto que el eje ambiental está representado como una esfera que lo engloba todo. La visión del territorio al centro encarna ésta visión para entender que el territorio y su salud no sólo constituyen el principal activo y atractivo turístico, también, constituye el elemento físico más valioso para la supervivencia de la especie humana, las especies no humanas y cualquier otra invención o necesidad sociocultural, incluyendo la economía.
La visión antropocéntrica (Del griego: “ánthropos”, hombre; “kentron”, centro) ha puesto las necesidades humanas sobre todas las cosas, ésto puede estar sujeto a discusión desde un punto de vista ético, sin embargo, priorizar sólo el bienestar y los intereses humanos hace insostenible la salud del territorio y otras especies, lo que resulta indefectiblemente en detrimento para la salud y los intereses del mismo.
Tradicionalmente, en la industria del turismo, las necesidades e intereses de los turistas (el mercado) se ponía al centro de todo y aunque es innegable que los turistas son el combustible que hace que la maquinaria del turismo funcione, desarrollar los territorios, la visión y la cultura en función de las necesidades del mercado, puede generar relaciones asimétricas. Tenemos por ejemplo los hyper desarrollos turísticos de primer mundo ubicados en territorios donde también hay s ghettos y barrios sin acceso a servicios básicos y que son los lugares donde habitan muchas de las personas que trabajan en posiciones de servicio para el mercado turístico. El territorio y la cultura se degradan para satisfacer la demanda del mercado.
En el otro extremo, tenemos aquellas visiones que ponen a las comunidades anfitrionas al centro del mapa, y aunque ésta visión es más generosa desde un enfoque territorial, omite el hecho de que una comunidad (cualquiera que sea su definición) está constituida por personas y grupos con distintos intereses, valores y visiones, una comunidad no es buena sólo por el hecho de habitar el territorio anfitrión, ésta visión sigue poniendo por encima las necesidades humanas y no las del territorio ¡Que es de lo que viven las mismas!
Una visión más generosa, propone la salud y el desarrollo del territorio como el centro del enfoque del desarrollo de la oferta turística. De la tierra comemos todos, del río bebemos todos.
El territorio constituye uno de los principales atractivos turísticos en todo viaje y además, sin recursos sanos y suficientes, ni habitantes locales ni visitantes pueden satisfacer sus necesidades básicas generando un futuro inviable e insostenible.
A una escala local, el bosque, la playa, la montaña, el pueblo y la ciudad son los territorios a los que nos toca proteger como visitantes y anfitriones, a una escala mayor, a una escala planetaria, el planeta es es lo único que tenemos para habitar, para vivir y para viajar.
Poner al territorio al centro es cuidarnos a todos y a los que vienen de atrás, a los humanos y los no humanos.
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