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¿En verdad existe el turismo sustentable?

Writer's picture: Gerardo IbarraGerardo Ibarra

Tengo qué reconocer que con cierta frecuencia me hago esta pregunta ¿En verdad existe un turismo sostenible? Y aunque esta pregunta atenta de alguna forma contra mi trabajo y la propuesta de valor que que intento promover, es importante reconocer los límites y los alcances de nuestro trabajo y nuestras aspiraciones.


Viajar y trasladarnos no es algo nuevo, existen registros confiables que datan las primeras migraciones en el Paleolítico Superior, de acuerdo a un artículo de National Geographic escrito por Erik Blakemor, “hace unos 60.000 años, los Homo sapiens se dispersaron por Eurasia desde lo que hoy se conoce como Etiopía, donde se encontraron y finalmente reemplazaron a otros ancestros de los humanos como los neandertales


¿En verdad existe el turismo sustentable?

Aunque migrar y viajar no es necesariamente lo mismo y en el contexto actual las implicaciones pueden ser diametralmente distintas, el movimiento de los primeros viajeros-migrantes probablemente estuvo motivada por la búsqueda de mejores condiciones, seguridad, alimento, agua y seguramente por la inherente curiosidad que nos define a los seres humanos.


Aunque viajar no es una actividad nueva, el turismo como industria sí lo es. En el último siglo y en especial después de la segunda guerra mundial, los viajes y su industria se han transformado y crecido de forma profunda.


El turismo es una cadena conformada por distintos servicios e industrias, una cadena que incluye a diderentes grupos, personas, organizaciones y territorios. Esta cadena compleja (y habitualmente injusta o asimétrica) requiere que los servicios ecosistémicos, las personas de los territorios, las empresas, los gobiernos y los  turistas se coordinen en un complejo baile que si bien puede generar grandes beneficios, también puede acarrear muchos retos y problemas, especialmente para los actores más vulnerables de la cadena.


¿En verdad existe el turismo sustentable?

Hay qué reconocerlo, cualquier actividad humana genera un impacto en los socioecosistemas, cualquier  traslado y consumo tiene implicaciones socioambientales, 


El ejercicio del turismo tiene un gran impacto: las búsquedas en internet, la impresión de tickets y folletos, el uso y distribución del agua, el disfrute y la apropiación de la cultura, el traslado físico de las personas, la construcción de infraestructura, las relaciones económicas, la presencia de personas en sitios de naturaleza conservada, prácticamente cualquier la actividad turística genera un impacto, nada más falso e ingenuo que decir que “el turismo es la industria sin chimeneas”.


El turismo como lo conocemos NO es sostenible. Creer que el traslado y consumo de los 975 millones de turistas internacionales que viajan al año (de acuerdo a la ONU) puede hacerse de forma sostenible es utópico si no es que ingenuo.


En el mundo se realizan viajes de todo tipo y con distintos propósitos, desde los más nobles y de bajo impacto ambiental, hasta los más oscuros y degradantes para los ecosistemas y las comunidades anfitrionas, el abanico es inmenso.


En el aspecto ambiental, el turismo genera una serie de impactos que van desde la generación de CO2. basura y residuos,  hasta el consumo desproporcionado de energía y agua, la degradación de terrenos y transformación de los destinos por la construcción de infraestructura turística. Por el lado socioeconómico, la distribución de recursos se genera un desarrollo y beneficios asimétricos, los efectos de la turistificación son cada vez más evidentes y la gentrificación es un fenómeno cada vez más común en distintas ciudades y pueblos del mundo, sea o no el turismo la causa raíz del problema.


De entrada, la masividad del turismo implica la inviabilidad de su sostenibilidad.


¿En verdad existe el turismo sustentable?

Debemos de ser muy objetivos, no es que el turismo sea específicamente peor que otras industrias, pero sí resulta más visible y accesible para el público en general. Esta accesibilidad puede engañarnos al creer que es más inofensiva.  


Ante ésta dura realidad debemos de reconocer el potencial positivo que puede generar un turismo bien planeado y gestionado. El poder del turismo para promover la conservación, la empatía, el disfrute y la colaboración son innegables. Existen proyectos que han logrado la conservación de especies y territorios, que han detonado procesos de pacificación en estados en conflicto y que han potenciado economías resilientes y equitativas.


¿En verdad existe el turismo sustentable?

Tanto en el turismo como en otras industrias debemos transitar a modelos realmente conscientes, en donde nos hagamos responsables de nuestro trabajo, de la gestión de los recursos naturales y el patrimonio biocultural, ésta no es una lucha sólo del turismo, es una lucha social global, es la lucha de nuestra cultura. 




La insostenibilidad en el turismo es sólo un reflejo de la insostenibilidad de nuestros sistemas de producción y consumo, debemos de transformar y regenerar, conservar los saberes olvidados, promover el bienestar con diálogo, con compromiso y con responsabilidad, con esfuerzos comunes,, con acción individual.


La lucha y la crítica desde las trincheras de redes sociales se han vuelto el mejor placebo para curarse la consciencia. Compartir memes y responder a comentarios se ha vuelto para muchos el mayor activismo de su vida. Las cuentas antisistema van acumulando seguidores e inflando los egos mientras se juega el mismo juego para los mismos patrones que los de sus jurados enemigos. Alimentan los bolsillos de los corporativos y marcas  a las que le juraron la guerra.


Se convierten en el troll que el medio necesita para justificar su "imparcialidad". Al algoritmo le da igual tu orientación política y tu radicalidad, al algoritmo le importan las horas que pasas frente a la pantalla y que además, son las horas que no estás en la calle, en el campo, trabajando por un verdadero cambio.



La lucha está en los territorios, en las comunidades, en las cocinas y en las escuelas, en los parques nacionales, en los talleres artesanos, la lucha no está en instagram publicando desde tu iphone.


La lucha por la justicia social es la lucha por la conservación de los recursos naturales, más allá de la visión antropocéntrica que sigue poniendo al ser humano al centro de todo, debemos de poner al territorio y su patrimonio al centro. 


Es una verdad difícil de tragar, el turismo sostenible no existe, al menos no en éste mundo ni bajo éste sistema, pero promover un turismo que poco a poco se haga más responsable y más consciente es la batalla que estamos librando, es la resistencia frente a la inercia, es la acción consciente y organizada frente a la impasividad y al activismo de redes sociales. 


He estado en la lucha, con las comunidades zapatistas, con los compas de Atenco, en mítines, manifestaciones y en un par de desmanes de los que no me siento orgulloso, he vivido en países de gobierno socialista y citado al Che y a Allende frente a cientos de estudiantes, con el tiempo entendí que la rebeldía se tiene que organizar y encauzar. Estar sólo en desacuerdo no cambia nada, promover y luchar activamente si, la acción directo promueve el cambio, bien nos dijo Arne Naess.


¿En verdad existe el turismo sustentable?

En este momento la sostenibilidad en el turismo a nivel global es inviable, prácticamente imposible. Los sistemas de producción que abastecen a la industria deben de transformarse, las prácticas comerciales y de consumo tienen cambiar, las prioridades deben de replantearse, debemos de migrar hacia modelos más conscientes y moderados como nuestros ancestros migraron buscando condiciones para prevalecer y florecer.


Las soluciones a los impactos socioambientales que genera el turismo deben de tener un análisis local y luego regional y entonces, desde ahí se puede gestionar un cambio en las reglas del juego, en los sistemas, los procesos y en los modelos.


Hoy, la sostenibilidad en el turismo y en el mundo sigue siendo una utopía, pero qué noble y reconfortante utopía.


El maestro Eduardo Galeano lo dijo. "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar".

¿En verdad existe el turismo sustentable?

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